Hay muchas cosas que pueden causar una erupción, incluida, aunque es muy raro, el virus de la viruela del mono. Las interrogantes que más se hacen las personas: ¿Cuáles son las cosas que debes revisar y considerar? ¿Podría ser realmente la viruela del mono?
Sin embargo, lo primero que hay que preguntarse es: ¿crees que podrías haber estado expuesto? Y esta que salta a la primera: Para contagiarse es necesario un contacto cercano y prolongado, a menudo de piel con piel, con una persona infectada.
Rara vez
Hay muy pocas personas en el mundo que actualmente lo tienen, lo que significa que no hay muchas oportunidades para contraer esta enfermedad.
Incluso en partes remotas de algunos países africanos donde a veces puede circular, los niños rara vez la contraen.
Síntomas de la viruela del mono
Si se enfermara de viruela del mono, lo primero que notará serían síntomas similares a los de la gripe: cansancio, malestar general y fiebre.
Es lo que los médicos llaman el «período de invasión» de la enfermedad, cuando el virus ingresa a las células.
Sentirás tus glándulas hinchadas porque tu sistema inmunológico se está preparando para combatir la infección.
Luego viene la erupción, que pasa por diferentes fases de «erupción cutánea». Comienza plana y roja, pero luego se llena de bultos y ampollas, antes de formar costras.
Así comienza
La doctora Rosamund Lewis, del Programa de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, explica cómo comienza.
«Primero aparecen lo que llamamos máculas. Estas son solo áreas rojas. Luego progresa a pápulas. Esto ya es algo que se puede sentir porque tiene relieve».
Esos bultos y protuberancias rojas comienzan a transformarse en ampollas y se llenan de un líquido blanquecino que parece pus.
Se confunde con varicela
Estas pústulas luego comienzan a secarse y forman costras. Eventualmente, las costras sanarán y se caerán. «Es por eso que (la viruela del mono) se puede confundir con la varicela», dice Lewis.
Una erupción de viruela del mono generalmente comienza en la cara, a veces también en la boca, y luego en los brazos y las piernas, las manos y los pies, así como en el tronco del cuerpo.