Lorena, una profesora de vocación de una Unidad Educativa de la parroquia Viva Alfaro anhelaba las vacaciones escolares más que nunca. No era solo el cansancio de un año de enseñanza, sino el miedo constante que la acompañaba desde que llegaron los ‘vacunadores’ con la extorsión.
A principios de año, hombres armados irrumpieron en la escuela, exigiendo a los 25 docentes un pago mensual de 10 dólares por cada uno. «Es una cuota para que no nos pase nada», susurró Lorena con voz temblorosa. La amenaza era clara: o pagaban, o sufrirían las consecuencias.
El ambiente en la escuela se tornó tenso. La alegría de enseñar se mezcló con el temor de ser atacados.
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Lorena, con el corazón en la boca dice que planeaba viajar a Estados Unidos la semana siguiente. «Ya no regreso», decía con tristeza, sabiendo que dejaba atrás su vocación y a sus alumnos.
Otra docente, entre lágrimas, confesó que también se irá al extranjero con sus hijos, buscando un futuro lejos de la violencia,pero también dejando atrás su nombramiento en el magisterio que tanto le había costado.
La parroquia Viva Alfaro, un lugar donde la educación debía ser un refugio, se ha convertido en un infierno, detallan los docentes tras la extorsión.
En voz bajita comentan que «los ‘vacunadores’ han robado la paz y la esperanza», obligándolos a huir de su propia tierra.
Aunque no hay denuncias establecidas, estos casos se registran a diario en Quevedo, en la provincia de Los Ríos y en el país, siendo muchas de ellas consideradas como ‘cifras negras’.