En 1838 las tierras de lo que actualmente es Quevedo eran baldías y vírgenes. Don José Camilo Calixto con la finalidad de tener posición legal, pidió autorización a Zapotal para habilitarla.
Posteriormente, Calixto vende gran parte de los terrenos a Catalina Estupiñán y juntos pidieron al agrimensor Timoteo Quevedo, les haga un levantamiento topográfico y la parcelación del mismo.
Por su don de gente, los pobladores se acostumbraron a mencionar el apellido de Quevedo cuando se referían a estas montañas. A partir del año 1857, en esta zona se empieza a explotar el caucho, lo que motivó la visita de muchas personas a esta región del país, las mismas que llamaban a esta pequeña población «Las tierras de Quevedo», de ahí el nombre de esta gran ciudad.
Consiguen la cantonización
Quevedo perteneció políticamente como parroquia al cantón Pujilí, por defecto dado el 22 de septiembre de 1852 en Guayaquil. La primera vez que figura Quevedo en la cartografía nacional fue en el año 1856 en el croquis que se editó en París por el Ing. Sebastián Wisse.
En 1885 Quevedo pasó a pertenecer a Latacunga. El 6 de octubre de 1860, García Moreno mediante decreto supremo creó la provincia de Los Ríos y Quevedo se integró al cantón Vinces. En 1861 mediante este mismo decreto Quevedo nuevamente pasó a ser parte de Pujilí. Pero, el 24 de febrero de 1869, definitivamente se anexa al cantón Vinces por decreto ejecutivo dado en Quito.
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Hitos históricos
A comienzos de 1930 una gran planta de luz eléctrica fue adquirida por Don Camilo Arévalo Govea, Presidente del Consejo de Quevedo; era la que producía la energía eléctrica para el alumbrado que sólo se extendía hasta las diez de la noche y de allí en adelante se alumbraban de las famosas petromax colgantes.
La leche llegaba desde las haciendas en lanchas y se entregaba en tarros de latón desde las cinco de la mañana al clásico grito de «leche» y su presencia interrumpía el sueño de muchas personas.
El malecón quevedeño con muelles de dura madera que presentaba un intenso movimiento de gente, carretas haladas por caballos; en el muelle las lanchas Independencia, Blanca Aurora, Rosa Elvira, hacían viajes de Quevedo a Guayaquil, toda la transportación era vía fluvial.
En 1948, se inició el auge del banano, con esto se incrementó el desarrollo urbanístico, aparecieron las grandes empresas de fumigación aérea y la banca que apoyaba con sus créditos.
Según cuenta la historia, en Quevedo existió un árbol muy grande y frondoso, de excepcional corpulencia que se constituía en el único ejemplar que creció a la buena de Dios, sin cultivo, ni amparo, según los expertos contaba con más de mil años de existencia.
Se trataba de un guayacán, el que ofrecía un verdadero espectáculo, en su tupida copa había flores maravillosas y en varias ocasiones trataron de derribarlo.