Qué es
La rinitis es un trastorno que afecta a la mucosa nasal y que produce estornudos, picor, obstrucción, secreciones nasales y, en ocasiones, falta de olfato. Estos síntomas se presentan generalmente durante dos o más días consecutivos y a lo largo de más de una hora la mayoría de los días.
La rinitis alérgica es la forma más común de rinitis no infecciosa, sin embargo, no es igual a asma, pero puede ser un indicador de que la persona que la padece tiene una especial predisposición a desarrollar más adelante los síntomas (tos seca, sensación de falta de aire, sibilancias, etc.) característicos de una hiperreactividad bronquial.
Además, la presencia reiterada de rinitis debe ser motivo de consulta a los especialistas para su estudio y eventual establecimiento de medidas de tipo preventivo que eviten la aparición de asma o sirvan para el tratamiento precoz del mismo.
Conjuntivitis alérgica
Tal y como señalan Antonio Valero y Jaime Sánchez, especialistas en Alergología del Hospital Clínico de Barcelona, en el Libro de las Enfermedades Alérgicas de la Fundación BBVA, editado con el aval de la sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, la conjuntivitis alérgica está vinculada en muchos casos con la rinitis, dando lugar a la rinoconjuntivitis alérgica.
Las manifestaciones de la rinoconjuntivitis son lagrimeo, picor, escozor ocular, congestión y enrojecimiento. Ésta suele producirse con mayor frecuencia ante alérgenos de exterior, como el polen y el moho. “En algunos estudios sobre alergia al polen, la conjuntivitis está asociada a la rinitis alérgica en el 75 por ciento de los casos”, señalan.
Incidencia
La rinitis afecta en torno al 10 y el 25 por ciento de la población mundial. En España, los síntomas nasales son los motivos de consulta en los servicios de Alergología en el 57,4 por ciento de los pacientes y se estima que tiene un 22 por ciento de prevalencia.
Causas
El principal factor que causa la rinitis son los aeroalérgenos, que suelen clasificarse como agentes de interior, exterior y laborales.
En el caso de los primeros, los más importantes son los ácaros del polvo doméstico (unos parásitos más pequeños que la punta de un alfiler que se encuentran por centenares en el interior de los colchones y alfombras de las casas), así como la saliva, los epitelios u orina de animales (gatos, perros, hámsters).
Los agentes de exterior son algunas especies de hongos atmosféricos y pólenes. Según los expertos, los que provocan más alergia son los que proceden de las gramíneas, las malezas, como la artemisa, la ambrosía y parietaria, y algunos árboles (olivo, ciprés, plátano de sombra o abedul).
Por último, la rinitis laboral surge como respuesta a un agente que se transporta por el aire y que está presente en el lugar de trabajo. Puede deberse a una reacción alérgica o a la respuesta a un factor irritante. Suelen estar implicados elementos como las harinas de cereales (panaderos, industria de alimentos precocinados, fábricas de piensos, etc.), las enzimas proteolíticas (fábricas de detergentes, medicamentos, harinas) y las maderas tropicales.
Síntomas
La rinitis estacional aparece con la llegada del polen. Los afectados pueden notar en la nariz, el paladar, la parte posterior de la garganta y los ojos un picor que empieza de forma gradual o bruscamente. Por lo general, los pacientes presentan ojos llorosos, estornudos y la caída de agüilla clara por la nariz.
Algunas personas pueden tener dolor de cabeza, tos, y jadeos. Además, pueden estar irritables y deprimidas; pierden el apetito y tienen dificultades para conciliar el sueño.
Si la rinitis viene acompañada con los pacientes pueden tener también picor ocular, lagrimeo y ojos hinchados y enrojecidos.
Prevención
La principal acción para prevenir la rinitis es evitar el polen. Las recomendaciones que dan desde el Servicio Madrileño de Salud son:
Evitar las horas del día donde las cantidades de polen son más altas, especialmente las horas de la mañana.
Descartar las salidas al campo y pasar cerca de parques y zonas verdes.
Cuando los árboles, las flores y el moho están floreciendo los especialistas recomiendan no realizar actividades al aire libre.
Mantener las ventanas cerradas de casa para evitar que entre el polen. La primera hora de la mañana es la mejor para ventilar.
Viajar en coche con las ventanillas cerradas y evitar utilizar la bicicleta y la moto.
Usar gafas de sol.
No realizar o intentar no practicar actividades al aire libre los días calurosos de verano.
Limpiar los filtros de los aparatos de aire acondicionado de manera regular.
Evitar objetos que pueden almacenar polvo: cortinas y alfombras, sobre todo en los dormitorios.
Si el paciente tiene una mascota que suelte pelo debe aspirar la casa con frecuencia y evitar que el animal esté cerca de cortinas, alfombras y los dormitorios.
Tipos
Existen dos tipos de rinitis:
Rinitis alérgica estacional
También conocida como fiebre del heno. Este tipo se manifiesta durante periodos específicos del año cuando los alérgenos, principalmente el polen, están en el ambiente. Los meses en los que el riesgo es mayor son mayo y junio.
Rinitis perenne
Está provocada por los ácaros del polvo, las esporas del moho, la caspa de los animales y productos de uso laboral, entre otros. Éstos están en el ambiente durante todo el año, por lo que no hay mucha variación en su concentración.
Según la duración de la patología, la rinitis también se puede clasificar en rinitis alérgica intermitente o persistente. En el caso de la primera, los síntomas aparecen durante cuatro o menos días a la semana o durante cuatro o menos semanas de forma consecutiva. En cambio, en la persistente los síntomas permanecen durante más de cuatro días o más de cuatro semanas consecutivas.
Diagnóstico
“El diagnóstico de la rinitis alérgica se basa en la concordancia entre una historia habitual de síntomas alérgicos y las pruebas diagnósticas”, especifican los alergólogos Antonio Valero y Jaime Sánchez. “El hallazgo de pruebas positivas sin una clínica asociada no tiene ninguna utilidad, ya que muchas personas sin síntomas pueden presentar algún resultado positivo”.
Para conseguir el diagnóstico los especialistas pueden realizar diferentes pruebas de laboratorio, como test cutáneos de alergias, donde se aplica el alérgeno sospechoso en la nariz o en el ojo. De esta forma el médico puede reproducir los síntomas. Esta prueba se suele realizar en los casos en los que hay varias causas implicadas y para determinar si es una rinitis de origen laboral.
Otras pruebas que se pueden realizar son la radioalergoadsorción (RAST), determinación de la IgE sérica total o el recuento de eosinófilos de la sangre.
Tratamientos
Si el origen de la rinitis se asocia a un alérgeno concreto, como por ejemplo los ácaros del polvo doméstico, el tratamiento de la rinitis sería evitar que el alérgeno entre en contacto con el paciente.
En el caso de los ácaros, por ejemplo, unas buenas medidas preventivas ayudan a reducir su impacto, como poner fundas especiales en el colchón, lavar semanalmente con agua a más de 60 grados centígrados la ropa de la cama y quitar las moquetas y alfombras de la casa.
Sin embargo, no siempre es así de sencillo rehuir el foco de riesgo –entre otras razones, porque la persona alérgica lo suele ser a varias sustancias a la vez, no todas ellas fácilmente controlables-, por lo que en la mayoría de los casos y más en aquellos en los que la causa de la rinitis es intrínseca o desconocida, la acción terapéutica debe sustentarse en el empleo de medicamentos.
Los expertos señalan que el tratamiento farmacológico debe adaptarse a los síntomas y a la gravedad de los mismos. En la actualidad, los más utilizados son los fármacos tópicos y los orales.
En el caso de los tópicos, éstos son más eficaces para tratar de forma aislada el órgano afecto. En esta categoría se incluyen antihistamínicos, descongestionantes y los más efectivos en rinitis alérgica, los corticoides intranasales.
En cuanto al tratamiento oral, los más utilizados son los antihistamínicos orales y los corticoides intranasales para controlar la congestión nasal.
“Siempre que sea posible es recomendable utilizar un antihistamínico de segunda generacióndebido a razones de seguridad, ya que producen menos efectos secundarios”, añaden.
Otros datos
Pronóstico
Casi todos los síntomas de la rinitis alérgica se pueden tratar. Los niños con rinitis son los que mejor pronóstico tienen ya que en algunos casos pueden superar la alergia a medida que el sistema inmunitario se refuerza frente al alérgeno.
No obstante, si la sustancia que genera la alergia es el polen, por ejemplo, es difícil que deje de afectar al paciente.
Factores de riesgo
La rinitis alérgica se produce por la interacción entre los genes y el entorno. Los principales factores de riesgo de la enfermedad son:
Los hijos de padres alérgicos tienen más riesgo de desarrollar la patología.
La exposición a los factores ambientales. Los especialistas señalan que existe una teoría, denominada hipótesis de la higiene, que defiende que las infecciones y el contacto antihigiénico podrían ofrecer protección frente a la alergia, mientras que un entorno estéril fomentaría su aparición.
Está demostrado que la contaminación afecta al desarrollo de la rinitis. Ésta es más frecuente en personas que viven en regiones con mucho tráfico de vehículos.
Diferencias frente a un catarro común
Los especialistas indican que es importante diferenciar la rinitis alérgica de un resfriado. De esta forma se podrán evitar complicaciones, como el asma.
“La rinitis alérgica es una inflamación de la mucosa debida a una causa alérgica, mientras que el resfriado común es un proceso infeccioso de la mucosa nasal y de la faringe, casi siempre de origen vírico”, explican los alergólogos Antonio Valero y Jaime Sánchez.
Estas dos patologías suelen presentar síntomas comunes, lo que dificulta diferenciarlos. El catarro puede ir acompañado de fiebre y los síntomas duran alrededor de una semana. Además, éstos son continuos durante todo el día. Sin embargo, la rinitis alérgica no suele ir acompañada de fiebre, sus síntomas fluctúan durante el día y dura más tiempo.
Rinitis durante el embarazo
Los síntomas de la rinitis pueden empeorar durante la gestación del feto y en muchas ocasiones pueden incluso provocar obstrucción nasal.
Respecto al tratamiento adecuado, los expertos advierten que los antihistamínicos llegan al feto por lo que sólo deberían administrarse sólo en caso de máxima necesidad. Los corticoides tópicos y las cromonas, en dosis habituales, no están contraindicadas en el embarazo. Sin embargo, los anticolinérgicos están desaconsejados en el primer trimestre de gestación.