Quevedo. Con globos de color blanco y pancartas con las fotografías más memorables de Sander Bravo, de 14 años de edad, sus amigos y familiares llegaron hasta la Unidad Educativa Quevedo llevando su féretro en hombros.
El joven, quien fue disparado por dos ocasiones por un grupo de antisociales tras pretender arrebatarle su motocicleta, perdió la vida la madrugada del domingo, 9 de julio de 2023.
El violento hecho de sangre se registró en la cancha de la línea 2, en la parroquia urbana Venus del Río Quevedo, lugar donde además habitaba.
Con tristeza sus padres ingresaron a la institución para solicitar permiso e ingresar el féretro; sin embargo, su petición fue denegada.
En los exteriores los gritos de rechazo de familiares y amigos no se hicieron esperar y empezaron a protestar por lo ocurrido.
Al poco tiempo más de una docena de elementos policiales arribó al lugar para acordonar el ingreso e impedir algún tipo de disturbios.
Esto hizo que los familiares de Sander desistieran de su idea de ingresar y procedieran a retirarse.
Dolor e indignación
El padre del menor dijo a Diario ALDIA que era un joven con muchos sueños. «Le gustaba el deporte. Era sano», lamentó el hombre en medio de su consternación, quien además rechazó la actitud de los docentes al no permitirles el acceso.
Un poco más allá la madre del menor también se mostró molesta al ver que no tuvo la oportunidad de que los restos de su hijo puedan ser llevados por la institución y que sus amiguitos tengan la oportunidad de despedirlo.
Andrea L., amiga de Sander, lo recordó como un joven alegre y divertido. «Siempre nos sacaba una sonrisa», dijo consternada.
Sobre este caso, ALDIA se comunicó con Nancy Bravo, Dircom de la zona 5 del Ministerio de Comunicación, quien vía WhatsApp detalló que: «La U.E Quevedo es un centro de estudio, no una sala de velaciones, adicional no podemos permitir el ingreso de personas externas al plantel educativo ya que debemos de precautelar la seguridad y bienestar de los estudiantes».
Finalmente la familia de Sander se quedaron con ese sabor amargo de rechazo y de saber que perdieron al segundo de sus cuatro hijos en manos de la delincuencia que cada día gana terreno en la ciudad de Quevedo, en la provincia de Los Ríos.
Finalmente una caravana de personas motorizadas le hicieron corte de honor para llevar sus restos hasta su destino final.