Quevedo. Grandes islotes de piedra tienen herida de muerte a la gran serpiente plateada que dio origen a la Ciudad del Río.
El panorama es evidente, pasando el puente Humberto Alvarado el agua que viene de Baba y que baña las pródigas tierras de Patricia Pilar, Buena Fe, en Quevedo se divide en dos corrientes separadas por toneladas de hormigón armado y piedras bolas.
Lo que para muchos parecería parte del entorno, para otros resulta un triste golpe visual y un monumento a la inercia de alguna autoridad a la que no le dice nada la acumulación de sedimento en grandes tramos que se observan desde cualquier calle del centro de la urbe.
Entre los ciudadanos, la nostalgia, rabia y resignación afloran en la piel cuando se les consulta sobre la situación.
El problema está allí, no se va a mover, mientras las autoridades competentes analizan las acciones a tomar para recuperar un bien natural que identifica la ciudad.
Acciones prácticas e inmediatas son las que se espera de parte de los responsables, comentó un habitante que observaba el atardecer desde el tercer puente.