Uruguay cerró el pasado año con una mortalidad infantil de 6,6 por cada mil nacidos vivos, la más baja alcanzada en toda su historia, reveló hoy el ministro de Salud Pública, Jorge Basso.
El indicador es inferior en 1,3 a lo alcanzado en 2016 y no obedece al incremento de los abortos terapéuticos ni a la interrupción voluntaria del embarazo, subrayó el funcionario en declaraciones a la prensa, una vez finalizado el Consejo de Ministros.
Destacó que la baja es resultado de las políticas sociales implementadas en los últimos años, así como a las mejoras del sistema sanitario, que han contribuido también a la reducción de los embarazos en adolescentes, aunque todavía ‘queda mucho terreno’ por recorrer, apuntó.
Basso significó que con ese indicador continúa la tendencia decreciente de la mortalidad infantil en el país, la cual se reflejó en la franja de neonatales y la posneonatal.
El primero de los casos, abundó, está fuertemente vinculado a la planificación, control y seguimiento del embarazo, diagnóstico precoz de patologías, problemas congénitos y al estado prematuro del bebé.
Consideró que en el segundo tiene un impacto muy importante las políticas económicas, pues los fallecimientos ocurren entre el mes y el primer año de vida del niño.
El ministro elogió, además, que el embarazo adolescente continuó disminuyendo y remarcó que ese es el principal objetivo sanitario a alcanzar en el actual período de gobierno, que finaliza en 2020.
Al respecto, dijo que Uruguay tiene cifras muy altas en ese sentido, aunque en los dos últimos años logró disminuirlas gracias a las políticas de salud sexual y reproductiva, entre ellas la introducción de métodos anticonceptivos.
Andes/Ec