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viernes, 22 noviembre, 2024

Vencer el mal con el bien

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“El hombre justo aborrece la mentira; el malvado se hace odioso y despreciable” (Proverbios 13:5).

Es posible que ninguna generación en la historia de la humanidad haya presenciado tantas muertes violentas. Hoy es muy común observar parricidios, asesinatos, torturas y actos sanguinarios que se transmiten a millones de personas a través de películas, series de televisión y páginas de Internet, así como las crudas imágenes que aparecen en los medios masivos de comunicación. Incluso cuando vas a una juguetería, te das cuenta de los alcances de la cultura de la violencia por la gran cantidad de productos bélicos que se ofertan. La cultura donde la muerte aparece como espectáculo favorece la brutalidad al descubierto, la crueldad y la barbarie. Las imágenes macabras no generan ni análisis ni reflexión, más bien suscitan la estupefacción, lo cual conforta y refuerza la indiferencia o el disfrute de los espectadores. Además, el hábito de contemplar la maldad tiende a acomodarnos a la crueldad y a creer que la compasión ante el sufrimiento es una manifestación de debilidad (Michela Marzano, La muerte como espectáculo, México: Tusquets Editores, 2010, pp. 90-100).

Lo más grave de aprender a vivir con la muerte como espectáculo es acostumbrarnos a esta nueva “realidad-horror” porque tiende a insensibilizarnos. Y es que entre la indiferencia y el cinismo solo hay un paso. No podemos avalar la crueldad. ¿Qué podemos hacer ante la inminente llegada de la “realidad-horror”? Es muy importante fomentar la compasión entre los seres humanos. La Biblia dice que los redimidos son personas compasivas. “Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: ‘Venid vosotros, a quienes mi Padre ha bendecido; recibid vuestra herencia, el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento; necesité ropa, y me vestísteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis’. Y le contestarán los justos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o falto de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?’ El Rey les responderá: ‘Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, por mí lo hicisteis’” (Mateo 25:34-40, CST).

No seas indiferente a las consecuencias que el pecado ha traído a este mundo y no te conformes con destacar sus nefastos resultados. Mejor sigue el camino de la compasión y haz el bien a aquel que lo necesita.

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Alejandro Medina Villarreal

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