LOS RÍOS. Los apetecidos crustáceos, amarrados entre sí, con piola nylon, en dos palitos de mangle tierno, en atados de entre doce y catorce unidades volvieron a exhibirse en las típicas mesas de palo que destilan agua y olor al marisco.
En las distintas ciudades del país ya se observa a los cangrejeros que ofrecen a USD 18 y USD 20 los de cangrejos pequeños y grandes.
Así mismo, se activa en comedores, restaurantes o sitios típicos la venta del crustáceo cocinado, en sus distintas preparaciones, ya sea al ajillo, con arroz, en carapachos, con ensaladas y otras guarniciones.
La abarcó desde el 15 de agosto al 15 de septiembre y fue la segunda veda de cangrejo en estos años, y contempló la no captura, transporte, posesión, procesamiento y comercialización de estas especies en todo el país.
Según la Ley Orgánica para el Desarrollo de la Acuicultura y Pesca, la veda es un “período establecido por la autoridad competente durante el cual se prohíbe extraer los recursos hidrobiológicos o una especie en particular, en un espacio, área, zona, y tiempo determinados”. Es decir, es una temporada en la que está prohibido pescar o atrapar ciertas especies.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, las vedas son necesarias para “evitar la depredación de los recursos naturales y permitir su reproducción y subsistencia”.